quinta-feira, 10 de janeiro de 2019

História, Ciências, Saúde - Manguinhos 2018; 25 (3)

Cuando estábamos ajustando los detalles de este número de la revista para enviar a la imprenta, imágenes atroces remecieron a Brasil y a una buena parte del mundo: un aterrador incendio consumió, en pocas horas, una parte importante del bicentenario Museo Nacional. Un colega de otro país de América Latina me escribió diciendo que le parecía como el incendio de la Biblioteca de Alejandría.
Realmente lo fue, sobre todo para historiadores de la ciencia, pero también para antropólogos, lingüistas, científicos sociales, historiadores y otros investigadores que trabajaron y trabajaban con sus colecciones únicas. Una tragedia impensada también para profesores, técnicos y estudiantes cuya vida profesional estaba asociada al valiosísimo Museo. Un acontecimiento desastroso que va a marcar la historia cultural de Brasil y de toda América Latina y que será registrada como una desgracia inolvidable para la cultura mundial.
De cualquier manera, para muchos de nosotros será difícil aceptar lo que el fuego se llevó. Puede ser que ni el tiempo nos consuele o aplaque nuestra ira. A pesar del dolor,tenemos la obligación de pensar en soluciones a corto y largo plazo.
Otro asunto trágico que ocurró antes que esta revista fuera a la imprenta, y que nos hace pensar nuevamente en la muerte como un desastre, pero también como una obligación de reconstruir nuestras vidas profesionales después de una desgracia, ha sido la muerte de Jean Gayon, uno de los más destacados historiadores y filósofos de la ciencia. 

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